Sin darse cuenta, había aprendido a mendigar. Tímidamente, suplicó
que le diera algo. Su mirada hambrienta delataba las famélicas, largas
noches con el corazón vacío, arrinconado en lo más oscuro de la
habitación.
- !Dime algo bonito...! le susurró al oído.
- A ver.. algo bonito...
Buscó un mendrugo, unas migajas, algún sobrante en el alma, sin éxito, pues le habían vaciado.
Dio vuelta a los bolsillos y encontró NADA, la partió en dos y ella se alejó feliz.
viernes, 26 de diciembre de 2014
Cosas del viento
Eran cosas del viento,
del mar y la caracola
de un beso que se le escapó
en el sueño
fueron cosas, piedras
y pétalos con piel
olvidadas
en cualquier cajón del tiempo.
del mar y la caracola
de un beso que se le escapó
en el sueño
fueron cosas, piedras
y pétalos con piel
olvidadas
en cualquier cajón del tiempo.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
¡Comulguémonos, amor!
La inapelable ejecución era inminente.
El juez/verdugo, sabiéndose prohibídamente amado, con aflautada y fingida voz le preguntó
-¿Cuál es tu último deseo?
Altiva, reconociendo los ojos bajo la cobarde capucha, desde su dignidad en cada poro, titubeó... para finalmente decirle con una triste sonrisa en los cansados labios:
El juez/verdugo, sabiéndose prohibídamente amado, con aflautada y fingida voz le preguntó
-¿Cuál es tu último deseo?
Altiva, reconociendo los ojos bajo la cobarde capucha, desde su dignidad en cada poro, titubeó... para finalmente decirle con una triste sonrisa en los cansados labios:
-¡Comulguémonos... amor!
Y el aire se paralizó.
sábado, 6 de diciembre de 2014
Loca encordada
En cajas de cerillos
coleccionaba besos madrugados
al lado de sus ojos tristes amados..
coleccionaba besos madrugados
al lado de sus ojos tristes amados..
Era una niña eterna
enamorada
flor sola sobre asfalto
amante de perros
sueños, recuerdos de amores
y ríos amantes de la luna.
enamorada
flor sola sobre asfalto
amante de perros
sueños, recuerdos de amores
y ríos amantes de la luna.
viernes, 28 de noviembre de 2014
El extranjero, IV, fragmento - Albert Camus
“Al subir topé en la escalera oscura con el viejo
Salamano, mi vecino de piso. Estaba con su perro. Hace ocho años que se los ve
juntos. El podenco tiene una enfermedad en la piel, creo que sarna, que le hace
perder casi todo el pelo y lo cubre de placas y costras oscuras. A fuerza de
vivir con él, solos los dos en una pequeña habitación, el viejo Salamano ha
concluido por parecérsele. Tiene costras rojizas en el rostro y pelo amarillo y
escaso. A su vez el perro ha tomado del amo una especie de andar encorvado, con
el hocico hacia adelante y el cuello tendido. Parecen de la misma raza y, sin
embargo, se detestan. Dos veces por día, a once y a las seis, el viejo lleva el
perro a pasear. Desde hace ocho años no han cambiado el itinerario. Puede
vérseles a lo largo de la calle de Lyon, el perro tirando hombre hasta que el
viejo Salamano tropieza. Entonces pega al perro y lo insulta. El perro se
arrastra de terror y se deja arrastrar. Y el viejo debe tirar de él. Cuando el
perro ha olvidado, aplasta de nuevo al amo y de nuevo el amo le pega y lo
insulta. Entonces quedan los dos en la acera y se miran, el perro con terror,
el hombre con odio. Así todos los días. Cuando el perro quiere orinar, el viejo
no le da tiempo y tira; el podenco siembra tras sí un reguero de gotitas. Si
por casualidad el perro lo hace en la habitación, entonces también le pega.
Hace ocho años que ocurre lo mismo. Celeste dice siempre que «es una
desgracia», pero, en el fondo, no se puede saber. Cuando lo encontré en la
escalera, Salamano estaba insultando al perro. Le decía: «¡Cochino! ¡Carroña!»,
y el perro gemía. Dije: «Buenas tardes», pero el viejo continuó con los
insultos. Entonces le pregunté qué le había hecho el perro. No me respondió.
Decía solamente: «¡Cochino! ¡Carroña!» Me lo imaginaba, inclinado sobre el
perro, arreglando alguna cosa en el collar. Hablé más alto. Entonces me
respondió sin volverse, con una especie de rabia contenida: «Se queda siempre
ahí.» Y se marchó tirando del animal, que se dejaba arrastrar sobre las cuatro patas
y gemía. “
(...)
“Desde lejos divisé en el umbral de la puerta al viejo
Salamano, que tenía aspecto agitado. Cuando nos acercamos vi que no tenía
consigo al perro. Miraba para todos lados, se volvía sobre sí mismo, trataba de
perforar la oscuridad del pasillo, mascullaba palabras sueltas y volvía a
escudriñar la calle con los ojillos enrojecidos. Cuando Raimundo le preguntó
qué le sucedía, no respondió inmediatamente. Oí vagamente que murmuraba:
«¡Cochino! ¡Carroña!», y continuaba agitándose. Le pregunté dónde estaba el perro.
Bruscamente me respondió que se había marchado. Luego, de golpe, habló con
volubilidad: «Lo llevé al Campo de Maniobras como de costumbre. Había mucha
gente en torno de los kioscos de saltimbanquis. Me detuve a mirar 'El rey de la
evasión'. Y cuando quise seguir no estaba más allí. Hace tiempo que estaba por
comprarle un collar menos grande. Pero jamás hubiera creído que esa carroña
pudiera marcharse así.»
Raimundo le explicó entonces que el perro podía haberse
perdido y que iba a volver. Le citó ejemplos de perros que habían hecho decenas
de kilómetros para encontrar a su amo. A pesar de todo, el viejo pareció más
agitado. «Pero ellos lo agarrarán, ¿comprende usted? Si por lo menos alguien lo
recogiera. Pero no es posible, da asco a todo el mundo con las costras. Los
agentes lo agarrarán es seguro.» Le dije entonces que debía ir a la perrera y
que se lo devolverían mediante el pago de algunos derechos. Me preguntó si los
derechos serían elevados. Yo no lo sabía. Entonces montó en cólera: «¡Dar
dinero por esa carroña! ¡Ah, que reviente!» Y se puso a insultarlo. Raimundo
rió y entró en la casa. Le seguí y nos separamos en el rellano del piso. Un
momento después oí los pasos del viejo que golpeó en mi puerta. Cuando abrí
quedó un momento en el umbral y me dijo: «¡Discúlpeme, discúlpeme! ...» Le
invité a entrar, pero no quiso. Miraba la punta de los zapatos y le temblaban
las manos costrosas. Sin mirarme de frente, me preguntó: «¿No me lo han de
agarrar, diga, señor Meursault? ¡Tienen que devolvérmelo! Si no, ¿qué va a ser
de mí?» Le dije que la perrera guardaba los perros tres días a disposición de
los propietarios y que después hacía con ellos lo que le parecía. Me miró en
silencio. Luego dijo: «Buenas noches.» Cerró la puerta. Le oí ir y venir. La
cama crujió. Y por el extraño y leve ruido que atravesó el tabique comprendí
que lloraba…”
lunes, 24 de noviembre de 2014
Ojo con ellas… (Jorge Eduardo Cinto)
Ojo con ellas.
Vienen de cerrar una puerta con decisión, pero sin olvido. Amaron, construyeron, parieron, cumplieron.
Amaron a su hombre, dieron alas a sus crías y ahora, desentumecieron las suyas: ¡ahí estaban!: intactas, brillantes,soberbias, majestuosas, listas para el vuelo: no ya las de un hornero, sí las de una gaviota, soberana y curiosa.
Saben de la vida y de tu hambre porque con su cuerpo han sabido saciarlas.
Expertas en estupidez y sus matices: se reconocieron inmersas en ella hasta el estupor y soportaron mucha hasta el dolor; sabrán distinguirla, no lo dudes.
Versadas en economía, la aplican en el gesto, en el andar y en su exacta sensualidad.
Ojo con sus caderas sabias: ya se estiraron y contrajeron, se estremecieron y agitaron.
Saben del amor, en todos sus colores, desde el rojo resplandor al mustio gris.
Sus piernas fuertes arrastran raíces todavía.
Prontas a sentir, van con una vieja canción en los labios, profunda intensidad en la mirada y delicada seguridad en la sonrisa.
Pero, si esta advertencia es tardía, y descubres que ya no puedes dejar de pensar en ella, entonces, ten cuidado de ahora en más, no te equivoques, no lo arruines: no les envíes un mensaje de texto, mejor invítale un café con tiempo; no recurras al e mail, preferirán sin duda un poema en servilleta. No les hagas promesas, no les vendas imagen, mejor exhibe tu autenticidad mas despojada. No caigas, por rellenar, en aturdido ruido vacuo, deja que respire un silencio en común.
Vienen de quemar las naves y cambiar comodidad indolente por riesgo vital.
Avanzan por un camino incierto, pero elegido.
En su cartera, fotos, un perfume y algunas lágrimas.
En su mirada, una decisión...
Ojo con ellas…tal vez, si tienes suerte, hay una en tu camino.
Jorge Eduardo Cinto. Publicado en Escritores de Tucuman Siglo XXI. Lucio Piérola Ediciones
viernes, 21 de noviembre de 2014
Por los 43
Creen enterrar
en fosas clandestinas nuestros sueños...
semilleros de futuro alado
beso sangrante de amapolas libertarias...
en fosas clandestinas nuestros sueños...
semilleros de futuro alado
beso sangrante de amapolas libertarias...
martes, 11 de noviembre de 2014
Pena de muerte a un sueño
Lo presentía
ahí, detrás de la tristeza
esperaba el momento
para asestar el golpe
que mataría el sueño...
Le pidió fecha y hora
la ejecución era inminente
y en la zona
de la desesperanza
olía a silencio.
Temblaba el sueño
con la vista baja...
mientras el adios
le sacaba a bailar
sobre el último trozo
... de un tierno beso.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Extravío
Única voz con mil máscaras y, lo más aterrador, no sabía cuál prortaría ese día. Llegó el día fijado para partir, como convenido entre ambas vidas, pero al despedirse, cuando se miró al espejo, había desaparecido de sí misma, borrada por el eco del arcoiris.
viernes, 31 de octubre de 2014
En ese cajón de mi escritorio
que un día creí sólo tuyo y mío
hoy, al abrirlo
las mariposas ambarinas
como el color de tus ojos
salieron huyendo
que un día creí sólo tuyo y mío
hoy, al abrirlo
las mariposas ambarinas
como el color de tus ojos
salieron huyendo
en ese cajón
donde guardo tu mirada
lleno de trocitos de luna
ha entrado la tristeza
como marea sin retorno...
y mi alma enmudece
sin comprender
tu metamorfosis...
donde guardo tu mirada
lleno de trocitos de luna
ha entrado la tristeza
como marea sin retorno...
y mi alma enmudece
sin comprender
tu metamorfosis...
domingo, 26 de octubre de 2014
Voces mudas
Era una voz niña
huérfana de nacimiento
trovadora incansable
sonora y suave
niña voz caminante
pintada de manzanilla
sinfonía del alba
beso en el alma.
Encontrose con otra voz
cantarina, poeta suave
tierna, arrolladora
dulce, trovadora
trepadora como hiedra
en su alma triste...
Cantaron al unísono
bajo una tibia lluvia de verano
y enmudecieron.
... para siempre
lunes, 20 de octubre de 2014
domingo, 19 de octubre de 2014
viernes, 17 de octubre de 2014
Secreto de otoño: un búho en la metrópoli
Desde la oscuridad de la habitación, previo al amanecer, lo descubrió sentado sobre la rama del añejo pino blanco que extendía sus cansadas ramas sobre su jardín; ahí, paciente, aguardaba a los alimentados ratoncitos. Se cambiaron miradas: él socarrón, ella sorprendida. Se alegró tanto por no haber cedido, meses antes, a la petición para talar el árbol. No lo compartiría, ¡no!, bien sabía que curiosos dispararían flashes para el aluvión de fotos y vídeos que mostrarían a los cuatro vientos. Los titulares, en esa desolada metrópoli, anunciarían: ¡Un búho en la ciudad!, ¡Se avista un búho en la ciudad!, ¡Búhos para el aviario! y todo tipo de noticias en diarios, radios, redes sociales. Mientras pensaba en ello, el ave bajó para darse un suculento desayuno. Ella, entre el aroma del café matutino y los labios húmedos de recuerdos, aclaró las ideas: sería su "egoísta" secreto. Sonrío con ternura, a la paciente espera del personaje mágico, en nuevas y oscuras madrugadas de otoño.
viernes, 10 de octubre de 2014
Cuando despertó, la cremallera del costado izquierdo estaba abierta. Con lupa, inspeccionó cuidadosamente; le habían robado el corazón mientras dormía. En su lugar, le colocaron un reloj chino, de plástico, con baterías triple AAA, recargables. Sonrío; de ahora en adelante, ya podría amar despreocupadamente: 1.2 Volts le mantendrían fuera de peligro.
lunes, 6 de octubre de 2014
Besos escondidos.
Te invito a que soñemos juntos...
ahí, donde comprábamos tabaco...
y, como niños, robarnos besos escondidos.
miércoles, 1 de octubre de 2014
Acordonadas por la vida
La doblaba en edad más 100, aquella vecina que miraba a la tan joven, con ese botón de nardo en su vientre.
- Ya florece... le dijo esa noche de otoño nuevo.
Y floreció.. sí, reventó el botón; pequeñita, con dedos largos que se perdían en el silencio del milagro. Ya no era más ella, eran dos ellas en una, acordonadas por la vida, para seguir siendo hasta entonces, hasta ese momento marino de otro vientre.
sábado, 13 de septiembre de 2014
Vendedor de pegatinas
Dijo que vendería
sus manos para,
con sus pies,
llegar a los volcanes
donde el tiempo se estancaba...
eso y mucho más dijo
aquel comerciante de poemas cortos
y largos silencios.
La bruma llegó
y cubrió el recuerdo,
su voz, los besos sin labios..
el alma sin huesos...
cosas de la vida,
cosas del ensueño
cosas que se guardan
adentro, muy dentro..
y siguió caminando
rompiendo silencios
pinceles en mano
para otros encuentros
llenos de alboradas
en sueños despiertos.
sus manos para,
con sus pies,
llegar a los volcanes
donde el tiempo se estancaba...
eso y mucho más dijo
aquel comerciante de poemas cortos
y largos silencios.
La bruma llegó
y cubrió el recuerdo,
su voz, los besos sin labios..
el alma sin huesos...
cosas de la vida,
cosas del ensueño
cosas que se guardan
adentro, muy dentro..
y siguió caminando
rompiendo silencios
pinceles en mano
para otros encuentros
llenos de alboradas
en sueños despiertos.
viernes, 12 de septiembre de 2014
sábado, 30 de agosto de 2014
¿Y si te olvido? Mejor "te perdono"
¡Ay!
¿Y si te olvido
si de verdad te olvido
y mi despertar te opaca
si balbuceo tu nombre
y apuesto en el casino los recuerdos?
Si te olvido...
sí, si te olvido...
me habré borrado del espejo
del río caminante
del árbol palpitante
del sol itinerante
del poema, de la flor
del cajón cómplice
y de la primavera...
Así es, que
escojo recordarte
para no perdonarte.
martes, 26 de agosto de 2014
Sombra nada más...
Durante la agonía
la compañera sombra de la vida
se despide
para deslizarse silenciosa
entre los labios de
dos que se aman
y así convertirse en beso.
la compañera sombra de la vida
se despide
para deslizarse silenciosa
entre los labios de
dos que se aman
y así convertirse en beso.
lunes, 25 de agosto de 2014
Me navegaste la vida...
Me navegaste la vida
capitán de flores
y aún así
abandonaste el barco
en la nube del olvido.
capitán de flores
y aún así
abandonaste el barco
en la nube del olvido.
Cuando la muerte llegue...
cuando el huracán
se haya llevado todo
con el mar de escenario
y la risa de fondo musical...
Cuando la muerte
llegue, los labios estarán
partidos de tanto llorar..
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