Astrid (mi niña amada), Iván (consentido de mis ojos cansados), Anne (mariposa de cada mañana), Klaus (rebelde nato de nata y nacimiento), Valentina (aurora de mi ocaso) Pablo (de manos ricas en magia), Nicole (espejo mejorada, amante de animales y universos) Rudi (lucero rebelde. bailarín estrella)
Noto que la sonrisa franca, de aurora fresca, resulta molesta... y, en verdad, no es otra cosa que la impronta de mucha oscuridad y lágrimas, la que deja la supervivencia cuando el aleteo de una mariposa distrajo al suicidio.
Es un rictus agraciado, nervioso, que agota e implora antes de condenarse a la indignidad tan familiar y conocida, a esa que rodeó su agonizante existencia hasta el día que decidió convertirse en "indocumentado" itinerante, en no mirar atrás, atar el llanto y romper amarras.
Quienes gozaron de lar, abrigo y pan, no pueden imaginar los sueños de un "sindestino", del tormento nocturno cuando unos pasos irrumpen en su escaso descanso, casi siempre incómodo y frío. Quienes indician a los inmigrantes, lejos, muy lejos están de sentirse observados con el rabo de ojo del panóptico orweliano que persigue al que nunca ha sabido para qué vino a un sitio donde no lo tiene.
Migrantes somos todos, vamos de una frontera a otra cuando salimos de nosotros mismos y, más aún, cuando el amor nos coloca como caminantes en carne viva.
Las naciones y banderas son una ficción humana como los son el dinero, las normas, el status, el tiempo, las condiciones y demás cárceles mentales.
Cada uno de mi especie y de las otras, sobre este maravilloso planeta, me constituyen, soy parte de esa Unidad y, por lo tanto, no puedo disgregarme de ellos, sería mi muerte anticipada.
Acabemos, de una vez por todas, con esas expresiones negativas que entraña el término "inmigrante" así como los aditamentos que nos hacen creer superiores, con derecho al maltrato... Esos, los "caminantes" son el trozo de nosotros, la anticobardía, mismo que sí decidió volar hacia la libertad.
Y más aún: conocemos una micra de la historia sobre la movilidad humana, no sabemos si los que vienen regresan, movidos por el recuerdo, a su lugar de origen, de estancia anterior del que fueron desplazados por nuestros previos.
La TIERRA es de todos sus habitantes, y la bandera, la única, la de la fraternidad y el amor.
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