Por esa deformación del investigador, acostumbrada a contar y ordenar por colores, encontré que de la muestra (50 transeúntes), más del 75% [(25-65) (70% mujeres)] caminan las calles como fantasmas, con la mirada perdida, ajenas al entorno, y deben forzar una "sonrisa sorpresa" cuando escuchan el "buenos días" tan intempestivo como inesperado. Aún así, tuve la profunda sensación de que mi sonrisa y buen deseo aportó algo amable a la jornada de ese prójimo, tan distante, y al que quizás jamás vuelva a ver.
Fue interesante, además del sencillo ejercicio estadístico, notar el cambio en mi estado de ánimo, cierta euforia y alegría inusuales para esa hora de la mañana (07:30).
Concluyo, pues, que las sonrisas son rocío para el alma, que un ¡Buenos días! es cálida sorpresa en un mundo atiborrado de soledades y tristezas, que ser oasis y chistera es tarea fácil y aún así fecunda, y, entre otras cosas, que el compartir alegría por vivir se revierte en progresión geométrica.
Quizás ya es hora de retomar, también, la guitarra, dejar el ipod y comenzar a sonreir y cantar por el camino...
Qué lindo es venir y quedarse, acá..., sintiendo como la vida, nos transporta hasta el fin de la vía láctea...
ResponderEliminarBesos y sonrisas de miel.