sábado, 30 de julio de 2011
Muerte y Derroche a las 12 en punto.
Cuando un mes está por terminar y el calendario me lo recuerda, miro de reojo; tengo la sensación de que socarronamente cuestiona cuánto de lo pretendido, en su vigoroso inicio, alcancé. Es el síndrome del examen, el juicio, la toma de cuentas, lastres del entorno en que crecimos desde la Expulsión del Paraíso y toda esa carga moralista judeocristiana que nos colocó, de entrada, en la tienda de raya, en la que se le debe al patrón las deudas de generaciones, sin posibilidad, jamás, de saldarlas.
Y entre mea-culpas y dis-culpas que cada día pesan e importan menos, miro con respeto al acalorado y solar Agosto del norte, arrastrando valijas bajo sombreros y gafas oscuras para alimentar el hambre de esas cadenas hoteleras que se han hecho a caducos edificios, remozados con el "botox decorativo" y que venden como estelares a pesar de su estrellado servicio. Aeropuertos a tope, playas a reventar, bares y discotecas, todo como carnaval de sofocos.
"Anoche tuve la pesadilla más horrible: un niño lloraba."
Facebook - R.T.
Mientras tanto, el mundo convulsionado por la tragedia humanitaria, de la cadena entre muchas, en el Cuerno de África, tan cerca a esos sitios de placer veraniego donde pocos saben o quieren enterarse de lo que sucede, mar por medio. Diez millones de personas podrían morir de hambre y millones de refugiados y desplazados deambulan sin una previsión de un plan creíble para salvar sus vidas. Las bolsas internacionales muestran, al alza, los precios de alimentos básicos y los de siempre, agazapados en sus rimbombantes yates, se frotan las manos y chupan los bigotes ante la linea, en ascenso, de sus gananciales. Los organismos internacionales que debieran estar gestionando salidas prontas a todo este horror, están ausentes como sus funcionarios, de sueldos desorbitados, por vacaciones. Los niños van quedando en las cunetas, sus madres intentan salvar, de entre los muchos, a unos cuantos de sus hijos.
"La ONU desesperada intenta recabar fondos" mientras los reportes de bancos presentan cifras de gananciales indecentes, a los funcionarios se les duplica y triplica sueldos.
No quiero escuchar a la flamante nueva presidenta del FMI hablar sobre desarrollo y bienestar cuando en el mismo instante de este planeta unos mueren de abandono absoluto. De nada sirven estos organismos monoculares, dictadores agiotistas enfermos terminales de codicia.
Me temo que el gran protagonista de esta tragedia es, antes que nada, las decidia y distancia con que observamos, el pretender querer ver esta terrible realidad como una mala película a altas horas de la noche. No, es un adelanto de lo que viene y lo saben un buen puñado de analistas, observadores y estadísticos, previsible como todo evento de diseño.
La hambruna se extiende, silenciosa, de la mano de la cobardía.
La solución está en cada uno, está ahí, en la espalda, alrededor. Es hora de comenzar a implementarla "antes de que lleguen y ya no encuentren a quien llevarse."
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