Rodaba lentamente sobre la senda verde, cargando esa tristeza indeleble, huésped del sueño y de otoños, cuando sentí las hojas del sauce sobre mi frente. Además de ser un beso tierno, me rebeló la inmensa compañía que constituye una arbolada junto al río. Quizá porque están arriba y miramos más hacia abajo, no nos percatamos de su presencia pasiva; talvez porque sobrevivimos en medio de un individualismo miope que atomiza asomo alguno de afecto, creemos roto el eslabón que nos hermana en este universo oscuro y en grima, mudo ante la pregunta de orfandad existencial. Recosté mi cuerpo sobre el tronco de un sauce grande; le escuché susurrar aquel hermoso mensaje de la canción "Woodstock" en la voz de Eva Cassidy.
(...) And maybe it's the time of year Maybe it's the time of man And I don't know who I am But life is for learning We are stardust We're golden And we've got to get ourselves Back to the garden
Evoqué el universo en sus ojos y, creo, me escuchó. En ese mismo instante supe en dónde quedan las lágrimas cuando un árbol nos abraza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario