Recuerdos tibios
como hojas
de novela recién leída
acechan al alba.
Eres tú,
caminante sin huellas,
el de los besos robados
bajo el farol triste,
desconocido entre todos,
sabido desde siempre,
hospedado en los pliegues
de mis noches largas.
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¡Quédate!
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