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Periódico La Jornada
Lunes 21 de enero de 2013, p. 21
Enero del 2013.
Hablan los de arriba:
“Nosotros somos los que mandamos. Somos más poderosos, aunque seamos
menos. No nos importa lo que digas-escuches-pienses-hagas, siempre y
cuando estés mudo, sordo, inmóvil.
Podemos imponer como gobierno a gente medianamente inteligente
(aunque ya es muy difícil de encontrar en la clase política), pero
elegimos a uno que ni siquiera puede simular que sabe de qué va el
asunto.
¿Por qué? Porque podemos hacerlo.
Podemos usar al aparato policíaco y militar para perseguir y
encarcelar a verdaderos delincuentes, pero esos criminales son parte
vital nuestra. En cambio elegimos perseguirte, golpearte, detenerte,
torturarte, encarcelarte, asesinarte.
¿Por qué? Porque podemos hacerlo.
¿Inocente o culpable? ¿Y a quién le importa si eres uno o lo otro? La
justicia es una puta más en nuestra libreta de direcciones y, créenos,
no es la más cara.
Y aunque cumplas al pie de la letra con el molde que imponemos, aunque no hagas nada, aunque seas inocente, te aplastaremos.
Y si insistes en preguntar por qué lo hacemos, te respondemos: porque podemos hacerlo.
Eso es tener el Poder. Se habla mucho de dinero, riquezas, y esas
cosas. Pero créenos que lo que excita es este sentimiento de poder
decidir sobre la vida, la libertad y los bienes de cualquiera. No, el
poder no es el dinero, es lo que puedes tener con él. El Poder no es
sólo ejercerlo impunemente, también y sobre todo, hacerlo
irracionalmente. Porque tener el Poder es hacer y deshacer sin tener más
razón que la posesión del Poder.
Y no importa quién aparezca al frente, ocultándonos. Eso de derecha e
izquierda, son sólo referentes para que el chofer estacione el auto. La
máquina funciona por sí sola. Ni siquiera tenemos que ordenar que
castiguen la insolencia de desafiarnos. Gobiernos grandes, medianos y
pequeños, de todo el espectro político, además de intelectuales,
artistas, periodistas, políticos, jerarcas religiosos, se disputan el
privilegio de agradarnos.
Así que jódete, chíngate, púdrete, muérete, desilusiónate, ríndete.
Para el resto del mundo no existes, eres nadie.
Sí, hemos sembrado el odio, el cinismo, el rencor, la desesperanza, el valemadrismo teórico y práctico, el conformismo del
mal menor
, el miedo hecho resignación.
Y, sin embargo, tememos que eso se transforme en rabia organizada, rebelde, sin precio.
Porque el caos que imponemos lo controlamos, lo administramos, lo dosificamos, lo alimentamos. Nuestras
fuerzas del orden
son nuestras fuerzas para imponer nuestro caos.
Pero el kaos que viene de abajo…
Ah, ése… ni siquiera entendemos qué dicen, quiénes son, cuánto cuestan.
Y luego son tan groseros de ya no mendigar, esperar, pedir, suplicar,
sino ejercer su libertad. ¡Habrase visto tamaña obscenidad!
Eso es el verdadero peligro. Gente que mira para otro lado, que se sale del molde, o lo rompe, o lo ignora.
¿Sabes que nos ha dado muy buen resultado? Ese mito de la unidad a
toda costa. Entenderse sólo con el jefe, dirigente, líder, caudillo, o
como se llame. Controlar, administrar, contener, comprar a un@ es más
fácil que a muchos. Sí, y más barato. Eso y las rebeldías individuales.
Son tan conmovedoramente inútiles.
En cambio, lo que sí es un peligro, un caos verdadero, es que cada
quien se haga colectivo, grupo, banda, raza, organización, y en su lado
aprenda a decir
no
y a decir
sí
, y que se pongan de acuerdo entre ellos. Porque el
no
apunta a quienes mandamos. Y el
sí
…
uf… eso sí es una calamidad, imagínate que cada quién construya su
propio destino, y decidan qué ser y hacer. Sería tanto como señalar que
nosotros somos los prescindibles, los que sobramos, los que estorbamos,
los que no somos necesarios, los que debemos ser encarcelados, los que
debemos desaparecer.
Sí, una pesadilla. Sí, claro, sólo que ahora para nosotros.
¿Te imaginas de qué mal gusto sería ese mundo? Lleno de indios, de
negros, de cafés, de amarillos, de rojos, de rastas, de tatuajes, de
piercings, de estoperoles, de punks, de darket@s, de chol@s, de
skater@s, de esa bandera de la A
tan sin nación para comprarla,
de jóvenes, de mujeres, de put@s, de niñ@s, de ancianos, de pachucos, de
choferes, de campesinos, de obreros, de nacos, de proles, de pobres, de
anónimos, de… de otr@s. Sin un espacio privilegiado para nosotros, “the
beautiful people“… la gente bien
para que nos entiendas…. porque se ve a la legua que tú no estudiaste en Harvard.
Sí, ese día sería noche para nosotros… Sí, todo reventaría. ¿Que qué haríamos?
Mmh… no habíamos pensado en eso. Pensamos, planeamos y ejecutamos qué
hacer para impedir que ocurra, pero… no, no se nos había ocurrido.
Bueno, en el dado caso, pues… mmh… no sé… puede ser que buscaríamos culpables y luego, pues buscar, no sé, un plan B
.
Claro que para entonces todo sería inútil. Creo que entonces
recordaríamos la frase de ese maldito judío rojo… no, Marx no… Einstein,
Albert Einstein. Me parece que fue él quien dijo: “La teoría es cuando
se sabe todo y nada funciona. La práctica es cuando todo funciona y
nadie sabe por qué. En este caso hemos combinado la teoría y la
práctica: nada funciona… y nadie sabe por qué.”
No, tienes razón, ni siquiera alcanzaríamos a sonreír. El sentido del
humor siempre ha sido un patrimonio no expropiable. ¿No es una pena?
Sí, a no dudarlo: son tiempos de crisis.
Oye, ¿y no vas a tomar fotos? Digo, para arreglarnos un poco y ponernos algo más decente. Nah, ese modelito ya lo usamos en Hola
… ah, pero qué te contamos, se ve claro que tú no has pasado del libro vaquero
.
Ah, no podemos esperar a contarle a nuestr@s amig@s que nos vino a
entrevistar uno tan… tan… tan… otro. Les va a encantar. Y, bueno, a
nosotr@s nos va a dar un aire tan cosmopolita…
No, claro que no te tememos. En cuanto a esa profecía… bah, se trata
sólo de supersticiones, tan… tan… tan autóctonas… Sí, tan de región 4…
jajajaja… qué buen chiste, deja lo apuntamos para cuando veamos a l@s
chic@s…
¿Qué?… ¿no es una profecía?…
Oh, es una promesa…
(…) (sonido de titutata-tatatatá, del esmartfon)
Bueno, ¿policía? Sí, para reportar que vino alguien a vernos. Sí,
pensamos que era un periodista o algo así. Se veía tan… tan… tan otro,
sí. No, no nos hizo nada. No, tampoco se llevó nada. Es que, ahora que
salíamos al club para ver a nuestr@s amig@s, estamos viendo que han
pintado algo en el portón de entrada al jardín. No, los guardias no se
dieron cuenta de quién. ¡Claro que no!, los fantasmas no existen. Bueno,
está pintado así con muchos colores… No, no vimos ningún bote de
pintura cerca… Bueno, le decíamos que está pintado con muchos colores,
así, muy colorido, muy naco, muy otro, nada qué ver con las galerías
donde… ¿qué? No, no queremos que mande ninguna patrulla. Sí, ya sabemos.
Pero hablamos para ver si pueden investigar qué quiere decir lo que
está pintado. No sabemos si es una clave, o una lengua de ésas raras que
hablan los proles. Sí, es una sola palabra, pero no sabemos por qué nos
produce escalofríos. Dice:
¡MARICHIWEU!”
(continuará…)
Desde cualquier rincón, en cualquiera de los mundos.
SupMarcos.
Planeta Tierra.
Enero del 2013.
Fuente: La Jornada http://www.jornada.unam.mx/2013/01/21/politica/021n1pol