Procesan a siete exmilitares en Chile por el asesinato de Víctor Jara
El cantautor murió el 16 de septiembre de 1973 tras el golpe de Estado de Pinochet después de haber sido sometido a varios días de tortura
Fuente: Publico.es, tomado de EFE Santiago de Chile 28/12/2012 17:16 Actualizado: 28/12/2012 17:26
La resolución, dictada por el juez especial Miguel Vásquez, de la Corte de Apelaciones de Santiagomás de 39 años después del crimen, incluye a siete militares que en esa fecha estaban a cargo de centenares de prisioneros confinados en el "Estadio Chile", de la capital del país. Respecto de uno de los procesados, Pedro Barrientos Núñez, el juez dictó un orden de captura internacional, por encontrarse fuera del país y dispuso el arresto de los otros seis en un batallón de la policía militar, indicaron las fuentes.
Barrientos fue procesado como autor de homicidio calificado del autor de "Te recuerdo Amanda" y "El Cigarrito", junto con el exoficial Hugo Sánchez Marmonti. En calidad de cómplices fueron procesados Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei y Luis Bethke Wulf. Hace unos años, Edwin Dimter fue identificado como El Príncipe, apodo de uno de los oficiales que estaban en el estadio, a quien se señalaba como el autor material del crimen.
El
abogado Boris Navia fue una de las personas que estuvo en el Estadio
Chile y fue testigo presencial del horrible crimen de Víctor Jara. Su
impresionante relato ha dado la vuelta al mundo.
Este es el relato de su experiencia. Cansados y con sus manos entrelazadas en la nuca, los 600 académicos, estudiantes y funcionarios de la Universidad Técnica del Estado (UTE) tomados prisioneros por los militares golpistas iban entrando al Estadio Chile, un pequeño recinto deportivo techado cercano al palacio de La Moneda. Un oficial con lentes oscuras, rostro pintado, metralleta terciada, granadas colgando en su pecho, pistola y cuchillo corvo en el cinturón, observaba desde arriba de un cajón a los prisioneros, que habían permanecido en la universidad para defender el Gobierno del presidente socialista Salvador Allende. Era el 12 de septiembre de 1973, día siguiente del golpe militar, en el alba de la dictadura de 17 años encabezada por el general Augusto Pinochet.
-¡A ese hijo de puta me lo traen para acá! -gritó a un conscripto, recuerda el abogado Boris Navia, uno de los que caminaba en la fila de prisioneros.
"¡A ese huevón!, ¡a ése!", le gritó al soldado, que empujó con violencia al prisionero. "¡No me lo traten como señorita, carajo!", espetó insatisfecho el oficial. Al oír la orden, el conscripto dio un culatazo al prisionero, que cayó a los pies del oficial.
-¡Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda! -gritó el oficial. Navia rememora. Es uno de los testigos del juez Juan Fuentes, que investiga el asesinato del cantautor, uno de los crímenes emblemáticos de la dictadura, porque Jara fue con su guitarra y con sus versos el trovador de la revolución socialista del Gobierno de Allende en Chile. Por su impacto y la impunidad en que están los culpables, el crimen de Jara es en Chile el equivalente al asesinato de Federico García Lorca en España.
"Lo
golpeaba, lo golpeaba. Una y otra vez. En el cuerpo, en la cabeza,
descargando con furia las patadas. Casi le estalla un ojo. Nunca
olvidaré el ruido de esa bota en las costillas. Víctor sonreía. Él
siempre sonreía, tenía un rostro sonriente, y eso descomponía más al
facho. De repente, el oficial desenfundó la pistola. Pensé que lo iba a
matar. Siguió golpeándolo con el cañón del arma. Le rompió la cabeza y
el rostro de Víctor quedó cubierto por la sangre que bajaba desde su
frente", cuenta a este periódico el abogado Navia.
Los prisioneros se habían quedado pasmados mirando la escena. Cuando el oficial, conocido como El Príncipe se cansó de golpear, ordenó a los soldados que pusieran a Jara en un pasillo y que lo mataran si se movía. El autor de canciones como El cigarrito y Te recuerdo Amanda, que Serrat, Sabina, Silvio Rodríguez y Víctor Manuel han incorporado en sus repertorios, entró así al campo de prisioneros improvisado por los militares donde vivió sus últimas horas.
En asambleas por facultad, la comunidad de la UTE resolvió permanecer en la sede universitaria, como pidió Allende. Entre ellos, Víctor Jara, que trabajaba en extensión en la universidad e iba a cantar en el acto de Allende. Habla dos veces por teléfono con Joan y cree que volverá a casa al día siguiente. Esa noche anima a los estudiantes en su último recital, mientras en todo Santiago suenan las balas de los militares.
Al día siguiente, los militares instalan un cañón frente a la universidad y disparan a la rectoría mientras un centenar de soldados vacía sus cargadores. No hay resistencia: estaban desarmados. Rompen puertas y cerrojos y toman prisioneros a los 600 que permanecían ahí.
El infierno está a un par de kilómetros, en el Estadio Chile, rebautizado en democracia como Estadio Víctor Jara. Ahí el cantautor queda tendido en el suelo. A un estudiante peruano que confunden con cubano le cortan una oreja con un cuchillo. A un profesor de ciencias sociales que llevaba pruebas recién corregidas de sus alumnos le piden las dos mejores notas, las entrega y lo obligan a que se coma las hojas. Los amenazan con barrerlos con "las sierras de Hitler", ametralladoras de gran calibre cuyas balas cortan los cuerpos. Un obrero grita: "¡Viva Allende!", y se arroja desde las graderías, muriendo desangrado. En el recinto caben apretadas 2.000 personas, pero hacinan a más de 5.000 prisioneros.
Los prisioneros se habían quedado pasmados mirando la escena. Cuando el oficial, conocido como El Príncipe se cansó de golpear, ordenó a los soldados que pusieran a Jara en un pasillo y que lo mataran si se movía. El autor de canciones como El cigarrito y Te recuerdo Amanda, que Serrat, Sabina, Silvio Rodríguez y Víctor Manuel han incorporado en sus repertorios, entró así al campo de prisioneros improvisado por los militares donde vivió sus últimas horas.
En asambleas por facultad, la comunidad de la UTE resolvió permanecer en la sede universitaria, como pidió Allende. Entre ellos, Víctor Jara, que trabajaba en extensión en la universidad e iba a cantar en el acto de Allende. Habla dos veces por teléfono con Joan y cree que volverá a casa al día siguiente. Esa noche anima a los estudiantes en su último recital, mientras en todo Santiago suenan las balas de los militares.
Al día siguiente, los militares instalan un cañón frente a la universidad y disparan a la rectoría mientras un centenar de soldados vacía sus cargadores. No hay resistencia: estaban desarmados. Rompen puertas y cerrojos y toman prisioneros a los 600 que permanecían ahí.
El infierno está a un par de kilómetros, en el Estadio Chile, rebautizado en democracia como Estadio Víctor Jara. Ahí el cantautor queda tendido en el suelo. A un estudiante peruano que confunden con cubano le cortan una oreja con un cuchillo. A un profesor de ciencias sociales que llevaba pruebas recién corregidas de sus alumnos le piden las dos mejores notas, las entrega y lo obligan a que se coma las hojas. Los amenazan con barrerlos con "las sierras de Hitler", ametralladoras de gran calibre cuyas balas cortan los cuerpos. Un obrero grita: "¡Viva Allende!", y se arroja desde las graderías, muriendo desangrado. En el recinto caben apretadas 2.000 personas, pero hacinan a más de 5.000 prisioneros.
Continuará....
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