"Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan."
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan."
Jaime Sabines, Los amorosos.
De la chistera, el mago, con el delicioso cuidado que sabía imprimir a sus
trucos, extraía trozos sepia de pasado, para sacarle una sonrisa a la
desesperante espera del futuro en volantín. Alquimista del verbo, sus pócimas embrujaban los sueños del que las bebiese o, por accidente, sólo aspirara sus mágicos vapores. Cuidadoso encantador de las más reacias y venenosas serpientes, recreaba los huracanes con telones coloridos de paraísos tropicales en atolones del sur, donde las mariposas bailaban con las nubes, las sirenas eran doctas maestras de corsarios aprendices y los poemas viajaban sobre olas de mil ojos. En la garganta anidaba jilgueros y risueñores que hacían palidecer al más sonoro amanecer de abril, siendo esperado y aplaudido por toda suerte de público, en el que abundaban los solitarios crónicos de melancólica sonrisa. Fiesta, serpentinas, colores, todo sucumbía a su paso y hasta los caballitos de mar le montaban guardia de honor a sus sueños de acuarela infinita...
Encantaba todo lo que tocaba... menos su corazón, triste terminal como su mirada de ángel del norte, mago del sur.
Merlín de mirada triste
pasajero de todos los puertos
asilado sin patria
corazón herido de nacimiento
caminante de nostalgias...
eterno inventor de artificios
amoroso alquimista de Sabines.
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