tres segundos antes
lunes, 20 de octubre de 2014
Leyendo las hojas de otoño.
¡Bárreme, bárreme! se podía leer en cada hoja otoñal que bailaba con el viento, sobre la acuarela de ocres. Bajo la banca de piedra, en el reverso de una pequeñita, como ébano, se leía: ¡Quiéreme! pero él, como de costumbre, tampoco la vió
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