Transcurre la vida con incolora sensación de niñez ajada,de diáspora sobre talones fatigados, con sed de algo íntimo, profundo, un algo propio arrebatado en algun pálpito del destiempo y, en un segundo de segundo, en el chispazo de un amanecer cansado,se aferra la ternura a las raíces como el roce del hijo dormido, atado con sus manosy boca al pezón tibio.
La paz anega el almay el cordón umbilical de ese instantedescubre, huele la pertenencia que abriga, se regocija en la llegada sin partida. ¿A dónde?... ¿de dónde? raíces bifucardas extraviadas en un océano, nativo extranjero en propia tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario