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| hernandez@jornada.com.mx |
Mis muy queridos Amig@s, a tod@s muchas gracias por el interés y preocupación mostrados por esta vía en relación al terremoto que ayer vivimos en esta hermosa tierra del sol y su esposa, la SOlidaridad.
Mi familia, amigos, Lau y yo estamos bien, no hemos tenido daños en casa, más que el susto. Sin embargo, creo que estos sucesos naturales nos plantean otras circunstancias a tener en cuenta. Nuestro hermoso territorio, tan inmensamente rico, cuna de volcanes, se localiza entre placas tectónicas: la de Cocos, la del Pacífico, la de Rivera, la del Caribe y la que compartimos con los países del norte en nuestro continente. Estas circunstancias nos colocan en alto riesgo ante eventos telúricos, razón de más para ser extremadamente cuidadosos en la zona que escojamos para habitar, el tipo de vivienda, los materiales y, especialmente, la revisión y mantenimiento de los inmuebles. El Estado requiere supervisar que se cumplan las normas de construcción, estar atento, con Protección Civil, a cualquier síntoma de deterioro en edificaciones, calles, subterraneos, etc. pero, por encima de todo, evitar que zonas de alto riesgo sean ocupadas.
Las autoridades mexicanas que deben proteger el bienestar de la población, desde este ángulo, están muy ocupadas en otras cosas... reformas estructurales por mandato de la banca internacional y el imperio financiero, privatización de los bienes comunes: el agua, la tierra, las playas, etc. Vivimos un deterioro profundo de valores civiles, el Estado aristotélico es un hermoso recuerdo, razón por la que la impunidad y la corrupción campean a los cuatro vientos.
Ya superan las 200 víctimas directas del terremoto, daños inconmensurables en edificos públicos (hospitales, escuelas, oficinas, calles, avenidas, mercados etc.), en bienes de particulares y, por encima de todo, en el sentido de SEGURIDAD PRIVADA Y COLECTIVA al que debemos aspirar en una sociedad de protección y bienestar.
Es también importante hacer notar que, a diario, se publique o no, en nuestro país se padece desapariciones forzadas, homicidios, delincuencia callejera, violaciones, feminicidios (tan sólo en el estado de Puebla, este año, se han cometido 86 y sólo son investigados 1 de 10) atropellamientos imprudenciales, desalojos y despojos de comunidades enteras por la tragedia de las transnacionales con patente de corso, envenenamiento de ríos por parte de los amiguitos dueños de la minería, etc. cuyas víctimas superan la cifra del terremoto y duelen tanto como las que hoy nos hacen llorar.
Parece que sólo cuando a TODOS NOS TIEMBLA LA TIERRA, nos despierta la solidaridad y la rabia por lo que se hubiera podido evitar.
Desde este muro en redes sociales, expreso profundo dolor por el de los supervivientes que perdieron a suyos, a los padres de los niños del colegio que se desplomó y donde quedaron esos sueños infantiles inertes, a todos, todos, locales y lejanos que sentimos y sufrimos la tragedia de ayer por el sismo.
Es importante, sí, ayudar con víveres, removiendo escombros, salvando vidas (de todo tipo) pero, POR TODOS NOSOTROS, recuperemos el sentido de la PREVENCIÓN, DEL RESPETO A LA NORMA, sin esperar que las autoridades ¿¿?? se encarguen de ello.
Un abrazo enorme a todos.
Constanza (Giraluna)
