Huele a Otoño agazapado tras
el sol guiñando albas ocres
la Melancolía acicala sus crujidos
se entristecen los nidos aún tibios
y guardadas lágrimas desvisten al insomnio
para esas noches cobardes, largas, eternas.
Ensayan los dedos pasos nuevos
Soledad y Tristeza estrenan garras
gotean lentos del alambique
los últimos gemidos
del verano envejecido, usurero
dejando a los recuerdos sin abrigo.
Un otoño más en puerta
y uno menos en la cuenta.